Publicado en “Arteria”, Año 1, Núm 1, FIAC/UG, 2006.

Fantasía e imaginación: ambigüedades del poeta.

Por: Luis Felipe Pérez Sánchez.

¿Porqué la fantasía?¿Qué es lo que da la idealización más allá de la imaginación? Y es que, sí, mucho depende de la fantasía cualquier modelo de futuro que se tenga; postergar, huir del presente, evadir y virar hacia la no presencia. La fantasía termina por atormentar, por convocar la abrumadora oleada frágil de los posibles. Por eso la vocación del poeta es una vocación espinosa, afligida, que se vive y que se experimenta en una paradójica y especial situación; una experiencia que se personaliza a tal punto de ser un yo el que la sufre, una actitud de consumo de los hinojos que se vivifican, que a la larga o en su problemática esencial, toman el carácter de universales(por ser humanos) por ello paradójicos, aun más, antinómicos, pues no se puede vivir algo sin ser el propio experimento de la experiencia, pero no se puede del todo individualizar porque la problemática a la que se avoca, ésta de sufrir, es meramente humana, distintiva(que no distinta de los seres humanos) y no sólo en algún ser humano.

La experiencia le da al humano esencia, verbalizarla le da la vocación de ser hombre, de tomar la decisión de serlo. Es mediante el lenguaje articulado como se aspira a llegar a algún lugar, con la sobreentendida frustración de aferrarse a algo de suyo imposible: la persecución de un silencio que no sería muerte, o sí; que se puede describir como eso, un estado de inocencia y silencio contemplativo, pero que no se conoce puesto que efectivamente quien muere, muere. Sin embargo, se puede hablar de infarto como un adjetivo a esta instancia poética de experimentar sin sobresaltos.

La búsqueda de esta muerte, de este silencio no implica tan sólo callar en una intención mundana, eso sería huir hacia el lado contrario. El poeta se sirve de la toma de conciencia, un impulso de paciencia, que lo lleva, no a virar para llegar por otra vía a donde se quiere, sino a girar completamente hacia la misma dirección que es él mismo, el humano, el conciente y protagonista de la embestida.

Y es que no basta una evasión en esta búsqueda, el encuentro es el mismo, el tema reencuentra a quien le huye: el dolor. En este proceso, el de escritura y experiencia, hay que pasar por la victimización para aspirar a la plenitud; una restitución de lo perdido, una recuperación, una resurrección de plenitud, de silencio, de contemplación.

La vocación del poeta no es una decisión, eso lo haría fácil, la vocación del poeta es efectivamente un llamado, un impersonal vocativo del cual se apropia el poeta porque escucha, porque dice; un vocativo de emancipación y pleno de tormento. El poeta entonces se vuelve un ser atormentado y, abrumado escarba en el ser para lograr despojarse. Buscando los cauces de su expresión, de su propia expresión que, sin dejar de ser individualista, resulta por antonomasia universal: humana por donde se le vea.

Pero, qué tanto tiene que decir la experiencia en la dicha fantasía, qué tanto tiene que llegar a vivirse eso de lo que se pretende decir. Dice Tomás Segovia, puede o no decir, puede o no contar tanto o más que la vivencia presencial, es en un sentido entonces, la fantasía un hueco que se nombra, se llena o se recuerda, que se incrusta en la propia traducción de mundo de la que se apropia el poeta, ya de la memoria, ya de la imaginación.

Por lo que sí hay una fascinación y una necesidad en la vocación poética-profética y fantasiosa, es en el uso de la imaginación que es la rememoración personal, la construcción empecinada totalmente personal. En ello cunde la diferenciación entre fantasía e imaginación. En que la imaginación hasta cierto punto reconstruye o edifica desde una perspectiva de lo vivido, mientras que la fantasía al parecer, podríamos decir, es una invención inverosímil-sorpresiva robada de algún lugar. Esto podría ser cierto o no, en la medida que creamos de qué lugar venga lo que se produce cuando se hace poesía.

Para intentar más claridad, podríamos decir como al principio, que la imaginación no mueve grados, sólo talvez, reordena interesadamente; mientras que la fantasía precisamente (también interesadamente) inventa un aleatorio, un autónomo e imprudencial mundo ideal, no pretérito sino, en este sentido alcanzable, no es entonces lo que pudo ser, es lo que se pretende se crea habrá de ser.

2 Escrúpulos y jaculatorias.:

tu.politóloga.favorita dijo...

"En que la imaginación hasta cierto punto reconstruye o edifica desde una perspectiva de lo vivido, mientras que la fantasía al parecer, podríamos decir, es una invención inverosímil-sorpresiva robada de algún lugar" Esa es una muy buena diferenciación de las palabras, con eso se resume todo!
saludos!

N. dijo...

Muchas gracias por visitar mi blog!!! Y al regresar la visita, me topo con la grata sorpresa de los textos tan buenos que hay por aquí. Eso si, se me hizo un poco difícil leerlos (el gris sobre el gris, la letra muy chiquita...)pero vale la pena. Nos seguimos leyendo, Saluditos!!

 
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