Bitácoras menos inspiradas.

En programas pasados hablé de Efraín Huerta y de Jorge Ibargüengoitia como escritores guanajuatenses. Nada espectacular, sólo algunos chismes y obras representativas. Pasé la media hora del programa recordando un poco las lecturas de ciertos títulos de ambos autores. Comencé hablando de Efraín Huerta. Hacía notar que había publicada una antología de poesía del autor por parte del instituto de Cultura de este estado, caracterizado por no publicar actualmente o por publicar muchos libros sobre José Alfredo Jiménez, que están para llorar, no por la vida, obra o muerte del cantautor, sino por lo limitado de los textos.

Resalté en este corte uno de los poemas que más ha llamado mi atención. Me refiero a
Absoluto amor, publicado en primer lugar en el libro que lleva el mismo nombre, escrito para 1935, fechas por las que también una camada de poetas, incluidos Quintero y Álvarez, Rafael Solana y el mismo Octavio Paz se denominaban el grupo Taller.

Paz, por supuesto, publicaría durante su longeva vida múltiples textos; Solana, dedicado a la poesía, lo he encontrado mucho más como colaborador y editor en antologías y libros sobre y de poesía que por su propia obra; por su parte, Quintero y Álvarez es más complicado encontrarlo. Por obras de la casualidad se pueden encontrar textos escritos por él fuera de Taller poético, revista a la que le deben su difusión más notable los poetas que menciono. No obstante las dificultades para encontrar obra como ésta, Juan Pascual, profesor universitario y fumador empedernido, caminando por las calles cuevanences, encontró, en evento inaudito, un texto publicado por el gobierno del Estado de autoría del poeta en cuestión. Incluía dos poemas básicamente de los que el ensayista y crítico de Tomás Segovia apuntaba definían el aire melancólico de la poesía de Quintero y Álvarez.

Cuando leí a Efráín Huerta, conocí lo que todos enseñan de él: los famosos poemínimos, llenos de ocurrencia y genio jugetón; también conocí algo de crítica cinematográfica y por supuesto por el manifiesto cocodrilista del que sabría hablar mucho más la amable Raquel Huerta-Nava, reconocida historiadora y escritora. Aquí transcribo algo de Efraín Huerta de singular perspicacia:

Tango.

Hoy amanecí
Dichosamente
Herido
de
Muerte
Natural.

Paseo I

Ahorita
vengo

Voy a dar
Alrededor
De
Mi
Vida.

Ya vine.

Y por último:

Bienaventurados
Los poetas
porque de ellos
Será el reino
De los
Suelos.

Llegué a leer algo de poesía del autor originario de Silao, ahora conocido como Silao de la Victoria, y me detuve casi triste en este poemario que ya he mencionado, Absoluto amor me pareció un viaje inmóvil melancólico, triste y hasta enojado ante la ingenuidad, la precocidad y la inercia: la preocupación por tocar lo que no se debe ni tiene, la impotencia por no poder detener el tiempo. Ay poeta, profeta y soñador, me dije cuando leía aquéllo. Y terminé pensándome lo que, a mi parecer, es el aire melancólico característico de este poemario, la noción del Midas incontenido. Este personaje representa, entre otras cosas, el peligro de desear lo que se desea, de tenerlo y de trastocarlo hasta quedarse con las cenizas. Resalta aquí la importancia de la mirada y la funesta experiencia de tocar los objetos deseados.

Y bien, en el segundo corte del programa me di a la tarea de comentar algunos chismes sobre Huerta y terminé encadenando esto al otro personaje ilustre que tenía en mente: Jorge Ibargüengoitia, el sarcástico humorista que moriría en los ochentas debido a un accidente aéreo. Me detuve específicamente en algo que me pareció un tanto divertido. Ibargüengoitia escribió en un epígrafe a su obra El atentado lo que me provocaría una risueña emoción. El escritor afirmaba ahí que esta obra la había escrito inspirado en una charla entre licenciados que bebían en una cantina de Irapuato, lo apunté y lo comenté para dar muestras, a aquellos que creemos que en esta ciudad arribista y provinciana no sucede un carajo. Hice mención, a su vez, de otras obras como Las muertas, novela reportaje de una historia que los guanajuatenses conocemos como la de las Poquianchis; Dos crímenes que es una entretenida novela situada en la provincia mexicana; por últomo, no pude evitar hablar de sus reconocidas "novelas históricas" Los pasos de López y Los relámpagos de agosto, que le han dado fama de "circunstancializador" de la historia mexicana y "relativizar", a través de la befa y de su cruel pluma, a sus personajes ilustres.

Así, el programa pasado fue una revista literaria llena de recomendaciones. Como siempre hubo chascarrillos, pifias e imprecisiones, pero también, mucha pasión, ánimo y divertimento. Usted, lector, lectora queridos, pueden enterarse en vivo de lo que habrá esta semana sintonizando el 870 de AM, Justo a las 10 y media de la mañana, precisamente después de la enriquecedora participación de Miguel Ayala Espino, ciclista y cinéfilo, en Desde la Butaca.

Este comentario, cosa que no le interesa a nadie, lo he escrito tomando café de olla, en medio de un día tequilerísimo y bajo dieta rigurosa debido a mi peso, mismo que omitiré en esta ocasión por razones meramente de pudor.

1 Escrúpulos y jaculatorias.:

tu.politóloga.favorita dijo...

Jamás había leído algo de Efraín Huerta; los extractos que seleccionaste invitan a su lectura.
De Ibargüengoitia leí Los Pasos de López; sé que cuando murió le dedicaron un parrafito, mientras que a una actriz que murió ese mismo día le dedicaron la 1era plana.
Ash, extraño los cafés de olla.
saludos!

 
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