De lecturas. De pasajes decembrinos.

He sido invitado a formar parte de los lectores de Roberto Bolaño. Recibí el libro en un café. No hubo más entre tanto. Mejor así.

27 de Diciembre

No recuerdo bien. Pero creo que estaba en los últimos semestres de la carrera. Habíamos ido al DF unos días atrás Alejandro y yo. Habíamos pasado ratos memorables; desde meternos, sin saberlo, en un Hotel por horas que tenía espejos en el techo y la tv sólo sintonizaba canales para adultos, hasta gastarnos lo del boleto de regreso en La Guadalupana, cantina para puro don oficinista que actualmente ha desaparecido. También conocí esos días el Caracol de oro, Bellas Artes y la Alameda; vi lo que se puede ver de la ciudad desde lo más alto de la latino. S nos acompañó la mayor parte del tour. Creo que fue la ocasión en que la vi más guapa. Fuimos a Gandhhi de Quevedo y pasamos horas ahí.

Al volver de ese viaje me encerré en mi cuarto y me mantuve despierto toda la noche. No lloré como García Madero. Tampoco estaba en la Facultad de Derecho. No aspiraba a ser poeta. No me inscribí en algún taller literario. Simplemente era Anacentrista. Esa noche y el par de días que siguieron me mantuve leyendo. Devoré ese libro que me había sido entregado. Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolaño. Normalmente en los periodos vacacionales: de soledad, de encierro, de tristeza, suelo leer la mayor parte del día. Siempre hay café, en aquel tiempo no fumaba en casa, así que digamos que lo único que me acompañó fue el café y los gritos de mi hermana llamándome a comer.

Recuerdo que soñé con María Font toda la semana. Soñé que era yo y estábamos en la casa de los Font, que en mi sueño era una combinación de la quinta "la granja" (manzana de la discordia de mi familia real, fuera del sueño) y la casona de un padrino que, además, tiene hijas y eran, ellas y su padre, mi padrino, tipo bonachón de sacos cafés, un tanto así, un tanto a go-go, un tanto "muy setentero"; muy de la Nápoles, muy de móvil Valiant Acapulco ´77; bohemia y paseos por Insurgentes, choques de borrachos en la Sullivan o en Garibaldi; bacardí blanco y pantalones acampanados. María Font usaba pantalones de pana y tenía peinado de Blanca Guerra en películas como Estas Ruinas Que Ves, estudiaba literatura y jugaba con todos los hombres, conmigo, con García Madero, con todos. Siempre quise saber qué fue de su vida. En mi sueño sólo pasábamos la noche sobre su cama de latón en un cuarto de techos altos junto a la cama de su hermana que roncaba como susurrando. Como García Madero o Piel Divina, me veía iniciado por ella. Por María Font.

Pinche Bolaño:


14 de noviembre

Hoy fui con Pancho Rodríguez a casa de las hermanas Font.

Llevaba unas cuatro horas en el café Quito, ya había ingerido tres cafés con leche y mi entusiasmo por la lectura y la escritura comenzaba a languidecer cuando apareció Pancho y me pidió que lo acompañara. Accedí encantado [...]

Allí sólo estaba María.

María es alta, morena, de pelo negro y muy lacio, nariz recta (absolutamente recta) y labios finos.
Parece de buen carácter aunque no es difícil adivinar que sus enfados pueden ser prolongados y
terribles. La encontramos de pie en medio de la habitación, ensayando pasos de danza, leyendo
a Sor Juana Inés de la Cruz, escuchando un disco de Billie Holiday y pintando con aire distraído
una acuarela en donde aparecen dos mujeres con las manos entrelazadas, a los pies de un
volcán, rodeadas de riachuelos de lava.

Los Detectives Salvajes, Anagrama, Barcelona, 1998, p 29)

1 Escrúpulos y jaculatorias.:

Alejandro Palizada dijo...

(No es la del objeto del deseo, pero es lo más real_x_ntrista del deseo):

Laura Jáuregui, Tlalpan, México DF, enero de 2008.
"pero qué imbecilidades se le pasan por la cabeza a este tipo, cómo puede creerse estas tonterías, y de pronto, una noche en que no podía dormir, se me ocurrió que todo era un mensaje para mí." pag. 149

 
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