A los 23

L se recuerda sentado en una de las alas del templo de Valenciana. Funeral doloroso. Aquello estaba colmado de alumnos y administrativos, el aire olía a triste descanso. Ana López por fin podía dar un respiro y descansaba del sometimiento que durante años. Había terminado la batalla; dejó dos hijos, una hija y un hijo, un esposo que daba la impresión no estar ahí. L dedicó unas lágrimas. Aunque él sabía que sus motivos para el llanto incontenible tenían menos que ver con la muerte de Ana López que con un sentimiento de injusticia y pérdida y desolación y tristeza por y en el mundo. Era algo raro. L lloraba y se escondía. Lloraba por Ana López pero lloraba por él mismo. Era, en todo caso, el sitio idóneo para romper en llanto que ya le desbordaba. L tenía su historia personal y pasaba por uno de los momentos más violentos y frustrantes de ella. L estaba a punto de perder la carrera y estaba agotado. Había dedicado casi un año de su licenciatura a reñir y morder y pelear y buscar y perder y desalojar y verse sometido. Todo parecía "El Castillo" y L era Joseph K. Todas las instancias a las que había que acudir las había visitado, y todas, al ver el expediente del tamaño de un Corominas le daban esperanzas; algunos se atrevían a asegurar que el caso, por simple justicia o sentido común, debía ganarlo él.

No sucedió la primera ocasión en la que una comisión la formaban maestros que le conocían y que sabían del caso. No sucedió cuando el secretario académico y el Director en turno le juraron que ahí se detendría. No sucedió cuando los sinodales pelearon entre ellos y el examen que debía presentar L, como juego llanero, se suspendió por falta de garantías. Se canceló en las narices de L, que había sido advertido en una oficina administrativa de las circunstancias. No sucedió cuando L presentó y reprobó el extraordinario y pidió revisión y se aseguró que el examen equivalía a un Jeoparty o digno de la pregunta de los 64 000. No sucedió cuando una comisión revisora aprobó a L con 7.5 (siete. cinco). La comisión fue impugnada. Fue derrocada y acusada de conspiración para salvar a L. Habían dañado, además, a quien no lo merecía. El catorce de febrero de 2006 L y dicha comisión fueron convocados a declarar por una comisión más que sesionaría para revisar a la comisión de revisión. Discutieron. Sacaron en claro, lo leería entre lágrimas rabiosas L, que L no era alumno ya, que la H. Academia defendía el honor de quien había sido agraviada al momento de revisar la revisión. Que G. V. S. debía recibir disculpas y jamás debía volver a ser molestada. El honor era lo importante en aquel sitio. El honor y los agravios debían resarcirse. L, una vez más, quedaba en un limbo insondable. L detestaba llorar porque no le gustaba cómo gemía y repartía berridos y pateaba la pared y hacía gesticulaciones esperpénticas. Más de una vez se resquebrajó su voz en público, pero nunca lloró. Siempre fue hasta su casa, tiró de sus cabellos y lloró hasta quedarse profundamente dormido. Eran los días en los que L no dormía y sólo así lo lograba. Cuando no partía en llanto pasaba las noches leyendo sin entender un carajo. Escribía desde una rabiosa explosión. Vivía bajo los influjos y el mal humor de una gastristis provocada por tener los nervios hechos pomada. Estaba agotado. Harto de que todo mundo preguntara por su situación, cansado de responder lo mismo. Cada vez que le preguntaban, cada una de esas ocasiones en que le cuestionaban, él sentía que se hundía más, cada ocasión un poco más. Aquello le significaba un hundimiento profundo, veía cómo todo se caía a pedazos. Ahora se especula porque L es un tipo triste y ácido y sarcástico y dolido. Ahora no cae bien un cínico como L, que en aquellos días vivía la etapa más violenta y frustrante y ésta, era inevitable, le dejó profundas heridas.


2 Escrúpulos y jaculatorias.:

Funambulo dijo...

Saludos Luis. La autobiografía es catarsis?

LSz. dijo...

Saludos D. Simplemente es el obrar del defecador. Es el olvido. Es la liberación. Me hubiera gustado celebrar con ustedes la mega pachanga de mil versiones.

 
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