II

Todo parece tan a ritmo. Pero es engañoso. Debes reconocerte cansino y casi lunático. Giras tus pasos a ningún lugar y puedes sentir la desconfianza. Sabes que en cualquier momento uno, aquí, con quien o con lo que sea, se cae. Una gringa se ha apoltronado con su suculento trasero frente a ti. No atinas a dar cuenta de su descaro. Se ha sentado y te muestra el coño mientras tú escribes una crónica de soledad y de traición y de nada. No sabes cómo reacciónar. No sabes si es el momento adolescente de hacerte una paja, de beber más café, de voltear hacia otro lado o de hacerle ojitos pervertidos. Sólo atinas a coger tus cosas y huir. Te viene a la mente una frase que alguien en un tiempo milenario te repitió constantemente: a mujeres como yo las adquieres como una deuda. Qué razón tiene. Tenía. Tuvo. Todo parece tan a ritmo. Pero es una gran mentira. Tú estás entregado a otro pentagrama. Sólo observas.

Consciencia: mujeres con el rostro largo y antiguo de limosnas caminan como patos: han sido dejadas entre renglones por siempre y cargan su olvido entre un rebozo: sus manos están ocupadas por el cesto de miseria y un niño mocoso; liberados combatientes de la identidad: salen a las calles como gatos: por las noches y bajo la defensa de las luces ocres: caminan: se dan la mano: presumen su posibilidad: se besan: celebran una caricia que no pueden presumir durante el día porque no obedecen al mandato bíblico: en todo caso, son Nínive, no el Edén; se contonea con el culo de veintiún años enfundado en unos skini oscuros: presume unos amoratados y precisos pezones bajo el frío: sus pechos se antojan blancos, siempre cubiertos con ropa íntima cara, y las zapatillas, mala decisión para un sitio como éste, dejan ver sus tobillos de princesa: una impertinencia que en sitios como éste se dispensa y se agradece: entrará al son, ahí donde se canta y se baila: digno calabozo de lujuria: cajón de secretos mal guardados: hediondos a deliciosidad: encontrará lo que no sabía que ansiosa había esperado toda la vida

Negro. Todo puede verse a sombras y negro. Dentro de la noche eléctrica su sonrisa promiscua y para todos. Pestañas rizadas. Maquillaje discreto que presume ojos grandes de noche, abiertos, pulposos y certeros. Tirará las zapatillas durante la noche, Celia Cruz y La reina de la cumbia, Buenavista y el Chán-Chán, Tito y Gilberto Santa Rosa. Ya sin sitio y sin hora, bajo el polvo mágico de años de este lugar de guaracha.
Verde: musgoso y húmedo y mojado y tibio y bajo la transpiración de las sonrisas beodas: miradas perdidas y entumecidas gracias al silente y ciego cachondeo del tacto entre las caderas y el vientre: repetidas docenas de verde como los cascos vacíos: entrega inadvertida: este ritmo es otro ritmo: sólo hay que caminar hacia arriba: sólo hay que dejar: puerta roída: madera gastada: bocetos de cuerpos desnudos: mil historias de grupas y coños: quizás, quizás, quizás: botella verde de vino tinto: un poco de caballo parece verde también: un tufo a vinílica y a mugre y a moho y a descuido: colchón arrumbado y un latón descuidado que evidenciará este otro ritmo: todo es verde pistache y todo está húmedo y todo es traición: encerrona entre vientres

0 Escrúpulos y jaculatorias.:

 
Free counter and web stats