Cayó un aguacerazo. Sin opciones, debí meterme a un bar para guarecerme. Fútbol en las pantallas. El equipo de acá pateó al equipo contrario. Había un poeta, un novelista y la ganadora del concurso de ensayo sobre escritores jóvenes en México. Nos reconocimos; bebían y celebraban los goles poblanos. Me senté con ellos y pedí. Era como si nos viéramos a diario. Charlamos de todo. También de fútbol. Nos sorpendía Osorno y su vigésimo segundo aire en el fútbol, veíamos a Davino sanear en la defensa como león, coréabamos el empuje de los Chelis boys.
Al finalizar el partido estaba hambriento. Comí un taco árabe y una cemita de suadero con una coca. Salí del zócalo, otra vez, rumbo al cuarto en donde duermo.
5 Escrúpulos y jaculatorias.:
Aquí mejor me callo. No entiendo de fútbol:)
Y si ya no vuelvo a verte, ojala que tengas ¡SUERTE!
esa descripción suena a Wherever
sin lugar a dudas
-sobre todo por el novelista-
habrá sido el mismo aguacero de por acá???... pensaré que sí.
No soy cruel, más bien de reacciones lentas.
saludos!!!
Samuel, no había entendido eso de wherever. Efectivamente, e eso suena -sobretodo por el novelista-
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