Aquí un comentario a una novela de altas hechuras:




El comentario a esta novela se publicó en Los perros del Alba Núm 3


Partitura para Mujer Muerta
Vicente Alfonso
Random House/ Mondadori (2008)
Luis Felipe Pérez.

Pareciera, cuando uno levanta la cabeza al leer el final de la novela de Vicente Alfonso (Torreón, 1977), que el lector está incluido en una trama que da vueltas sobre sí misma. El lector, burlado, se ve incluido. Ha caído en la trampa de las cajitas chinas. Ha hecho el pacto literario y ahora es parte, es el intérprete de esta Partitura. El lector “sólo quiere saber qué sucedió”, como Álvaro, uno de los personajes de la novela. Ya no hay posibilidad de parar. La recolección de evidencias se transforma en la tarea ineludible: Alfonso ha sembrado la semilla, ha seducido a su lector bajo el conjuro del escribidor. De manera circular encontramos en los textos del autor coahuilense una correspondencia; es innegable que Vicente Alfonso se encaminó por el rumbo de la necesidad, de la desesperación, de la angustia por la escritura. Y como la misma novela Partitura Para Mujer Muerta presume, “la desesperación, es una musa pródiga. La frustración y el desánimo dictan los mejores versos del poeta, afinan el pulso del pintor, templan los diálogos del dramaturgo. La desgracia inspira a usar, como un sutil veneno, los tonos menores”. Ya podíamos atisbarlo en ese conjunto de relatos reunidos bajo el título de El Síndrome de Esquilo. No podríamos olvidar “Réquiem por un payaso”, que en el mismo título guarda la ansiedad que ha de explotar a lo largo de aquel relato imprescindible, la desesperación. Se le podían conocer las formas de gran escritor ya desde entonces, y ahora, en la presente novela, se confirman, sólo basa fijarse en los detalles: “Todo cuenta una historia”.
¿Cómo pasar por alto las aficiones literarias de Vicente Alfonso, o dar por sentado su oficio conocido de periodista? ¿cómo no dar cuenta de la erudición musical del autor y cómo no reparar en que se pone de pie cada que una dama se retira de la mesa?. Sí, “allí es donde se revelan las mañanas, los miedos, los vicios.” Al saber esto, aun antes de abrir los libros de Alfonso, se tiene la certeza de que algo que no puede esperar está allí.
Cuando a principios del 2008 salió a las librerías, era difícil imaginar que, a un año de su publicación, la novela fuera objeto de los planes de reimpresión por parte de la editorial. Quizá se buscaba que la Partitura estuviera en boca del público lector. Actualmente, se ha colocado como referente, y es ya difícil encontrar un ejemplar en las librerías.
Y es así como la novela se nos presenta como una invitación a explorar la belleza perturbadora de la muerte. La aparición del cadáver de Laura Suárez, y la desaparición de un violín y la escena, francamente grotesca, de la desaparición de la violinista exigiría la búsqueda del asesino. Cuando se encuentra a una mujer muerta se busca al victimario, ciertamente. Pero cuando ésta está embarazada, se busca al amante, o al esposo, o al novio. Ni Perla Cantú ni Efrén Posada logran distraer del cometido. Seguiremos al gordo Blackaller y el aprendiz Jesús Gómez de la Garza, periodista e investigador, a la resolución del asesinato. Álvaro emerge en el otro punto del relato. Ha sido amante de Laura Suárez e intenta, a la par que todos en la historia, indagar la verdad de lo ocurrido. Se angustia. Sufre, a manos del autor, esa ocurrencia de convivir con personajes reales que muchos podemos conocer, como el chelista Carlos Prieto. También, dando muestras de un método perfeccionado, logra siempre la sensación de que a alguien de nosotros, lectores, va a acontecerle algo de gran importancia. Veinte capítulos nos llevan de la escena de un crimen a otra. Plantea una historia sobre otra.
Seguiremos en varios planos y tiempos el hilo. Gómez de la Garza, por su parte cuenta su entrenamiento, en una trama que se construye de manera cervantista. Enseña de manera magistral lo que resume Vicente Leñero acerca de la ganadora del Premio Nacional de Novela Policíaca IPAX del 2007: “un inteligente misterio literario: diversidad de voces narrativas, juegos con el tiempo, elipsis sorpresivas, erudición musical”. Así, encontramos una obra de gran equilibrio, empuje y de estructura sorprendente.
Vicente Alfonso sacude al lector desde la primera consigna: “La verdad es una perfecta duda”. La propuesta es sistemática. Habita en ella una voz que presenta cosas que todos conocemos de oídas. Una crisis económica, asesinatos sospechosos, corrupción policial. Exhibe las situaciones y provoca significados y preguntas gracias a los diversos tipos de descripciones que habitan la novela; con éstas construye el enigma, las situaciones y, escrupulosamente, a los personajes, a quienes hace emerger cuando ya no están. Escenas vertiginosas pueblan la novela, otras, quisquillosas y connotativas, unas más, de pulpa subjetiva, que dan para pensar, que conforman imágenes como fogonazos: el lector está ante una novela de exactitud alevosa y notable en la que la tensión actúa como sistema narrativo bajo el escondite de sus frases fulminantes a cada capítulo; indistintamente queda la sensación de apertura, cada término anuncia la venida de otro misterio a resolver; el abanico de recursos literarios se deja ver con audaz pertinencia. Milimétricamente, el autor nos lleva de un lado a otro entre los recovecos de una misma historia. Sobresale el erotismo acentuado y en altas dosis, la crudeza y la degradación de los destinos así como la preocupación por la labor de escribir, de inventar, de sorprender siempre.
Oficio de escritor es lo que se presume en Partitura para Mujer Muerta que, a pesar de ser catalogada como novela policíaca, escapa a su reseña. No escatimamos en inscribirla portadora de una conjunción de tradiciones literarias: tenemos a un latinoamericano que hace novela negra; impregna el género con el exotismo del nuevo mundo: México, su criminalidad y su corrupción siempre superándose.
Sí, Vicente Alfonso, que ha publicado, además, en Laguna de tinta, juega a ser un Pedro Camacho, un escribidor, y se da licencias “perezrevertianas”; endilga culpas y superpone argumentos, defenestra personajes e interpreta el papel pautado que es la sociedad mexicana. Alfonso pues, aparece en el panorama literario joven de México como la muerte misma en la que basa su novela, siempre sorpresivo y nunca libre de sospecha. Siempre con el síndrome de la inventiva.
Aun cuando la novela de la que dejamos unas cuantas líneas aquí está inscrita en un género en el que las historias suelen olvidarse pronto, el solo hecho de dar cuenta de la sinopsis resulta trivial: una mujer bella asesinada y un cúmulo de pistas que emborronan la posible persecución, quizá produce la sensación de que nada nuevo ha de encontrase. Sin embargo, su radicalismo y trascendencia se construyen en la maraña de historias superpuestas, de dudosas suposiciones, de mofa acerca de la verdad, el autor encuentra el vacío. El lector leerá, el lector sospecha ya. Con el asesinato inicial, funda un mero pretexto en el juego con la muerte, la belleza y la reflexión acerca de ella. Engaña a primera instancia pero siempre deja huellas para dar con la contracara. La trascendencia de esa obra está en la superación del escalón del misterio y se sitúa como el que encuentra su motivo en la artesanía de la narración. Se preocupa por la consecución de frases que vociferen, deja la seducción de las imágenes y elije embelesar a su lector con un trabajo de escribiente; logra abocarse a la justificación de la literatura: la palabra, y entiende en ella su fundamento. Indaga en la exploración y en la profundidad en la que provoca al lector, en la que lo cuestiona; establece el pacto en el que este lector del que hablamos se confronta.
Vicente Alfonso, nos deja entonces en esta publicación de Random House/ Mondadori una obra de gran magm y de rigor que se muestra como el filtro de un gran trabajo en búsqueda del juego y de la invención. No dudamos que pronto la novela rebase fronteras, quizá encontremos Partitura para Mujer Muerta en otra lengua, tomada como el modelo de la novela de motivos policíacos y de escritura cervantista. Todo es posible bajo esta mirada del escéptico que lo espera todo y que sabe que Los caminos de la vida, no son como yo pensaba, no son como los imaginaba, no son como yo creía.

0 Escrúpulos y jaculatorias.:

 
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