Sobre Lenta Turbulencia

Lenta Turbulencia
Luis Miguel Estrada, Alfredo Carrera, Atahualpa Espinosa Magaña, Edgar Omar Avilés
JUS/Secretaría de Cultura de Michoacán 2010
Redacción/Colectivo Plataforma.

Lenta Turbulencia, cuatro narradores michoacanos (JUS/Secretaría de Cultura de Michoacán2010) No miente cuando presume una reunión. Autores de voces disímiles presentan sus textos, tres de ellos son de Morelia y uno de Zamora. Por su parte, Luis Miguel Estrada (Morelia, 1982), abre el libro –aunque bien podría leerse en cualquier orden. Usted puede irse por el nombre que más le suene -. Presenta “Batintín el cantarrecio, Miguelito el molinero”, un título anafórico que resuena a lo largo del relato. Estrada, construye en la narración una voz que al lector en silencio -lo podríamos asegurar- le comienza a tintinear. El texto suena, tiene ritmo y figura la voz. Está colmado de aliteraciones que cobijan el deseo de fabular y el empeño por seducir con el ritmo y la prosa limpia, como ya se ha dicho de la escritura de este michoacano que renunció a ser contador por miedo a archivar pólizas. El cuento, que nos parece una fábula más concretamente, cuenta la historia de quien quiere contar cantando. Es un implícito gritillo constante por la literatura, por el miedo de perder la historia que no se ha escrito, por esquivar lo conocido como real y entregarse al derrotero de la imaginación en donde es posible sentirse, sólo por llamarse Jonás, dentro de una ballena. Representa el empeño por contar historias. Un ensayo sostenido de una escritura para leerse en voz alta, rebuscada, renovadora y risueña: “No hacía más que contar historias que no escribió”. El cuento nos muestra a un juglar que no puede guardar secretos, que está ávido por contar. Aquí pues la invitación para aquéllos a los que les seduzca la idea de escuchar siempre una historia jamás contada.
En el segundo cuento que presenta Estrada en este trabajo “Tiempos duros” encontrará el lector un cambio de tema, quizá un poco, también, en el tono, algo más inclinado a la anécdota, siempre, sin embargo, con el triunfo de la fina preocupación por la escritura. Este michoacano cuya voz no cesa, cuya ansiedad por la escritura de sus historias es lo más importante –más que un gran empleo, o la seguridad, o el amor de su vida- nos enseña, en esta muestra de su obra, una voz en busca de peculiaridad, una impostura literaria limpia. Tenemos aquí al escritor casi exquisito que fabula.
Alfredo Carrera, por su parte, también de Morelia, además de presumir que nació el mismo día que Eduardo Lizalde, incluye seis relatos en esta reunión de escritores michoacanos. El malentendido y la reflexión ilusa es lo que rige el tránsito de los personajes de este autor. En "tres cafés", a través de lo que no se dice y con una escritura ambiental, de ruido alrededor de la reflexión de los personajes, atrae al lector. Carrera, en “Ballenas”, por ejemplo, nos describe a un personaje que ostenta esa desolación pusilánime característica del joven que lo quiere todo y puede nada. Tenemos a un autómata sentimental que pasea de ida y vuelta hacia “el chevy rojo” sin más consecuencias que su propia frustración. Se despide de lo que nunca tuvo, lo invaden “esos sentimientos que invaden a los que dicen adiós sabiendo que nunca volverán los viajeros; espera a cualquier mujer, como otras personas esperarían tantas cosas sentados en una banca en alguna parte de la ciudad. Sólo observan como parte del conjunto inmenso”, todo resulta relativo imbuido en estas sensación que podríamos catalogar como una suerte de melancolía citadina, una incomodidad descrita por un adolescente. “Ciudad de noche” busca la sorpresa y presenta lo inexplicable, lo imposible. Una mirada a la particularidad de Fabiola bajo el rigor de la verosimilitud y la circularidad del relato. En “Todavía no se acaba esto, Tania” vuelve el narrador a esa voz ilusa que se confronta a sí misma y dialoga desde muchos frentes, plantea posibilidades y recoge recursos literarios como la ambigüedad y la tensión para despertar los sentidos y el interés. Una voz en sordina es la que dirige esta narración hasta lograr escaparse de la linealidad y de la mera anécdota.
Atahualpa Espinosa Magaña, es el único que no es de Morelia en esta reunión de cuatro escritores michoacanos. Es de Zamora. De él se incluyen dos relatos, “El huésped” e “intimatonics, Inc”. Su tono es testimonial. Es un flanèur. Ese mirón que sólo describe pero con una escritura sin fragilidad aquello que perciben los sentidos casi atrofiados por el hastío; una actitud sin reclamo, casi sin pasión; la resistencia, sólo eso. Este tono lo impulsa a presentar una escritura genuina. Estamos ante una escritura emergente y entera. Espinosa detona los sentidos bajo los conflictos de la percepción de lo de afuera y la discusión con la intimidad. Delata, en su personaje, el testimonio de la narración que no persigue nada pero que, en sí misma, guarda la tensión de estar contando cercanamente, que logra conectar al lector con la percepción de un personaje dentro de la historia. En “El huésped” el lector encontrará, sin duda, una mirada que particulariza todo lo que “toca” pues escribe no por la mera anécdota, no por la impostura literaria sino por la misma fascinación obligatoria de quien mira las cosas pasar a través de una escritura precisa, real y certera. Los adjetivos, quizá no son tan claros como la experiencia de quien lee a Espinosa, pero sin duda se puede decir de este michoacano -de Zamora- que llama poderosamente la atención por la contundencia de su sigilo escritural.
Édgar Omar Avilés. De Morelia. Presenta “vida extra”, “Historia de gallina”, “Universo”, “Arco iris en la noche”, “Número equivocado”, “el brujo decapitado”. Su prosa resulta rápida, tensa y progresiva. Lleva los relatos a la exageración. Luego, súbitamente, bajo la fórmula del K.O., destruye lo que ha construido. Avilés ilusiona al personaje y lo azota como en una montaña rusa. La circularidad de sus cuentos no es propiamente la vuelta al comienzo, es eso, aunado a la desesperación y angustia del Sísifo que casi al llegar a la cima vuelve, de tajo, a la sima. La crueldad no se encuentra en lo voluptuoso de la tragedia sino en el hecho inevitable de tener que volver a comenzar.
Estos relatos se reúnen en Lenta Turbulencia, un texto que vale la pena voltear a mirar como muestra de la literatura de nuestros días, pero sobretodo porque abre el boquete de la curiosidad ante lo que se escribe ahora en Morelia, en Zamora y en México. Aporta, a cuatro voces, la particular preocupación por la forma de contar historias. Los estilos tan peculiares acusan diversas tradiciones que enriquecen y dan muestra y constancia de que, en México, se escribe siempre con la bandera de la búsqueda por una voz propia.
Lenta Turbulencia será presentado en la ciudad de Guanajuato este 6 de agosto, a las 6 de la tarde en la Capilla Barroca del Museo del Pueblo. La presentación correrá a cargo de uno de los autores del libro, el ganador del Premio Juan José Arreola del 2008, Luis Miguel Estrada Orozco. A su vez, se presentará El oro ensortijado, poesía viva de México a cargo de Álvaro Solís y Alí Calderón. Moderará la mesa Luis Felipe Pérez. Una tarde-noche de poesía, cuento y lectura la que se vaticina sin duda, una tarde-noche convocada por la Universidad de Guanajuato, a través de la División de Ciencias Sociales y Humanidades y el Colectivo Plataforma, siempre preocupados por la difusión y promoción de la cultura.

7 Escrúpulos y jaculatorias.:

José Antonio dijo...

tssss! Bravo por el Colectivo plataforma!

LSz. dijo...

El colectivo Plataforma vive.

Anónimo dijo...

Colectivo Plataforma siempre preocupado. Me gusta (:
Ahí estaremos. Abrazo de jueves con urraca.

LSz. dijo...

yeahh!!!!!

Anónimo dijo...

hey


just registered and put on my todo list


hopefully this is just what im looking for, looks like i have a lot to read.

carmen jiménez dijo...

¡Quién hubiera podido estar allí el día 6 de Agosto y hacerse con un ejemplar de esa Lenta Turbulencia!
No me centro con lo del colectivo Plataforma, pero si es por la Literatura, ¡Viva la Plataforma!
Saludos.

LSz. dijo...

Fue una buena presentación. Un día de lluvia y de una fiesta interminable. Quizá debería reseñar un poco y transformar en mito las presentaciones que el Colectivo Plataforma (que es un promotor cultural heroico) lleva a cabo.

Saludísimos, Carmen.

 
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