En marcha, una bitácora.

Todo fue caminar buscando Morelos. La arquitectura es una combinación. Hay, sí, edificios avejentados, pero son claramente agringados. Un art noveau extraño, un modo fronterizo de erigir complejos. Las avenidas amplias, Cuauhtémoc y Pino Suárez, dos traicionados. Un poco pardo el día pero caliente. Esperar hasta el último minuto de las dos de la tarde para elegir dónde meterse a comer. Caminar, marchar, caminar, más y más, como intentando dejarlo todo en el trance, como transformándolo todo con la mirada contaminándose de la suspicacia de este sitio de mujeres caderonas y tono golpeado. Caminar con rumbos aparentes, de Hidalgo a Colón. Largo trecho hasta llegar.
Encontrar la zona que le dio a uno la bienvenida. Un lugar violentado por encimamiento de todo. El metro, los puentes, la avenida larga, muy larga. Los cientos de puestos de discos piratas, fayuca y comida, restaurantitos también. Hileras de vendimia, bares empotrados en casas, anuncios y afiches que sugieren la entrada. El que más llama la atención, quizá por las aficiones propias, es el lugar que se llama "Sol preferente".
Las caminata recorre con la mirada una ciudad urbanizada. Revuelta un poco por la lluvia de hace algunas semanas, sucia, un poco. Pero una ciudad que se mueve a ritmo norteño. Golpeado, quizá violento, pero no veloz. Aquí es posible que uno se impresione, pero no espanta. No como otros lugares.
Aquí también se comen puros tacos y tortas y carne.

1 Escrúpulos y jaculatorias.:

carmen jiménez dijo...

Yo quiero también ir a Morelos, recorrer esa avenida llena de bares empotrados, a parte de esta España mía no he visto muchos bares por Europa (en Italia sí). Quiero impresionarme y no espantarme, no como en otros lugares. Eso sí, preferiría ignorar esos edificios agringados.
Sigo tu viaje.
Un abrazo.

 
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