L no sabe qué sucede esta tarde. No sabe qué le sucede desde hace unas muchas horas ya. El insomnio de repente, el gimoteo imperfecto y triste y feo e indeseable. Hacía casi años que L no sabía lo que era la puta desolación y no se concentra lo suficiente para saber cómo salir de ella. Hay tantas decepciones pusilánimes que se le vienen a la mente que todas por separado cuentan por minutos, además de arena lentísima, por historia separada uniéndose como mónadas a una tristeza más grande. L escucha cualquier maldita canción y gimotea otra vez, otra vez, como siempre, de la manera más fea que se puede lloriquear en una ciudad como ésta, llena de edificios y de gente arisca. Sí. Es un lunático y se sabe. Sólo que se ha visto sorprendido con una violenta saudade que ya no recordaba. No recuerda cómo salía de estas marañas, no lo recuerda porque, de alguna manera, nunca estuvo tan solo como ahora. Tan separado de la vida de los demás, tan desconectado del estado de ánimo reinante. Será el otoño o la caída del creciente lunar, pero L está insufrible, nada nostálgico, sólo triste. Escribe como vómito esta tarde y sólo abusa del mensajero electrónico para echar lo que no puede echar al diario porque no le quedan fuerzas para empuñar la pluma fuente, esa que ha perdido en no sabe dónde.


L viajará muchas horas, las muchas horas, espera, lo separen de esta tristeza. Aunque lo duda. Duda que la distracción en el camión sea la justa. Cree y teme que sólo le dará vueltas a todo. Sólo seguirá regodéandose en la misma pendejada de estar triste por lo que sea. Porque la vida no es lo que uno espera, porque tal o cual le han volteado la cara, porque ella o ésta o aquella simplemente no responden, porque todo es una aburrida mezcla de nada, porque el futuro no es claro porque cumple años cada año y el whisky cada vez basta menos para olvidarse de estas quejas. Porque L no comprende cómo sobrevivir a ratos de esto.
L viste de negro. Se enfunda en el octavo cigarrillo del día y escribe gritoneando a la nada.


4 Escrúpulos y jaculatorias.:

José Antonio dijo...

J entiende de eso.

javier dijo...

creo que ya te hacía falta. saludos pues, aunque no remedien nada...

carmen jiménez dijo...

Más allá de esta tristeza, me quedo con esa pluma fuente que donde quiera que esté es capaz de recordar cómo se escribe de verdad con las tripas.
Ya lo sabes, me gusta tu narrativa.
Otro abrazo.

LSz. dijo...

Un gran abrazo Carmen.

 
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