En medio, al lado, detrás



Hace semanas que no salgo a correr, ni a caminar, ni voy con orden por mis víveres. Han sido varios viajes, quizá eso justifique un poco el desorden. Sin embargo, despierto sin tanta fuerza para saltar del colchón, sin la convicción para vencer al frío del sereno otoñal, sin ánimo alegre para irme a comprar -como todo un machín- harto atún para sobrevivir la semana. No.

Prefiero creer que no es un estado depresivo del todo. Prefiero creer que el asunto tiene más que ver con que realmente hace frío y, también, con que he andado un poco sin sistema en estos días. Uno, aunque sea informal, se prepara para los viajes. Y, aunque soy un desobligado, un desinformado y un mal planeador del futuro, reconozco que los viajes -siempre de bárbaros- son tiempo fuera del sistema vital que uno haya podido adaptar. Es otro ritmo y otra tesitura, otra ciudad y otra aventura siempre. Así es, el viaje no es la templada monotonía que ya se comienza a conocer, no es la hora en la que uno sabe que estará aquí o allá. No.

Pero también el viaje le demuestra a uno lo que ya debe saberse siempre: todo es cosmos y descontrolado. El trajín coloca al mirón donde debe, en ese sitio inmóvil en el que se sabe parte, pequeñísima, de esta inmensidad violenta, en medio de los carros en las avenidas, en medio de los grupos de estudiantes que salen recién de la escuela y que se mueven como uno solo hacia el paradero del colectivo, al lado de las parejas amorosas en las aceras, al lado de las nueve de la noche cuando la ciudad se dispone a dormir, detrás de lo que no se sabe; siempre volteando poco más de cuarenta y cinco grados para intentar distinguir lo que viene. Siempre dándole un ángulo lateral a la mirada porque, como si fuera el mismo sol, la realidad no permite que se la vea de frente; el mirón pues, encuentra la manera en la que conviven esa posibilidad y esto sucedido, así, lento, atemperado por la calma de no tenerlo que controlar todo, alejado de una órfica responsabilidad, el mirón va a la saga de todo; así, lento, ahí migajeando uno cree en ese sitio desde el que mira.


4 Escrúpulos y jaculatorias.:

Anónimo dijo...

jaja "como todo un machín"...

LSz. dijo...

Sí. Alguien decía por ahí que uno es tan machín gracias a las latas de atún que lo alimenten, o algo así

Anónimo dijo...

Gelipe Perezoso,
no estés triste!!!

abrazote.

LSz. dijo...

Nada de tristezas, sólo un tipo mirón, un tipo de mirada preguntona.

Abrazote!

 
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