hoy, no me queda ni el ánimo para querer bajar los brazos.


He sido rechazado por todo al que me le he parado enfrente. Un reconocido poeta, escritor e influyente editor ni siquiera me dio oportunidad de ofrecerle mis textos. Simplemente me rechazo. El crítico de Tomás Segovia, un Catalán reconocido a nivel mundial por fumar interminablemente, me ha volteado la cara también. Recibí una llamada telefónica, mi hermano mayor me dio el mensaje tarde; cuando por fin me reporté, sufrí mi vigésimo segundo desaire de la semana. Ha sido para los perros este centenar de horas del que no me levanto ya. Todo el que quiera gritarme, dígalo, creo que soy un pushing bag. Tengo indomables ganas de querer bajar los brazos. Simplemente estoy hasta mi madre, y eso que apenas estoy en la amenaza del viernes.


No voy a ningún lado. Mi realidad me pesa; es cierto, no tendría derecho a quejarme, los niños de Mozambique deben sufrir mucho más. Un niño de mi cuadra por ejemplo, perdió a su hermano dos años mayor que él hace unos días cuando una descarga eléctrica le cayó trayéndole la muerte. Quién putas soy yo para urgir delirantes quejas al cielo o al infierno. Quién me creo yo para decir que soy desgraciado. Quién podría ser más ingrato que yo.

Pero el escritor de los viernes, ése que promete promesas incumplidas, no ha querido prometerme a mí, no guardo entonces aguna esperanza de algo. Sólo clases en los liceos de la provincia y a diletar por las cuadras mal trazadas de uan ciudad que ni quiero mencionar. buscar refugio en los cafés de la región... y hacerme viejo. Europa sólo la veré en el mapa o en los libros de Pessoa, Bolaño y Vila-Matas. El futuro es tan desalentador como yo mismo lo elegiría para sentir la posibilidad del fracaso como destino. Pusilánime me dijo alguna vez alguien. Mediocre otras tantas lo he escuchado. Raro mil veces más. Lo que sea, pero he llegado al punto, y todavía sin viajar lejos, sin ver sangre en algún Sarajevo, sin vivir injusticias de clases social como Neruda mismo, en el que me canso de ser hombre.

Estoy, como cada viernes, hasta mi chingada madre. Soy mal bebedor. Si fumo mucho me cae la presión. Duermo mal y poco. Si me pongo histérico mi orgullo me impide llorar. Qué jodidos se hace en estos casos eh? será mi opción Convertirme con alguna pócima mágica en sapo?

No puedo ni siquiera desear un suicido. No sé qué ráfaga de moral me impide ser así de radical. Estoy enfrascado, estoy jodido.

1 Escrúpulos y jaculatorias.:

Unknown dijo...

entonces...¿por fin le ha llegado su momento?

 
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