De chilenos.

Sentía ráfagas violentas sobre mi cara, sabía que venía echado en último asiento del autobús, tenía "Putas Asesinas" de Bolaño sobre las piernas, y al lado mío estaba -por fin- dormido un niño con cara de demonio sedado como de unos cuatro años. Se había tendido a lo largo de los otros tres asientos de hasta atrás. Su madre, según recuerdo, hablaba por teléfono y se asomaba a la ventana como queriendo llegar más pronto a donde sea. Había comido opíparamente. Me había cocinado lenta y cariñosamente unos bisteces con limón y sazonadores, una ensalada más o menos discreta acompañada de croutones y una sopa de arroz instantánea; café y un pie de manzana frío. Toda la semana la pasé entre atolondrado y norteado, el calor o la vida misma, no sé. LLegamos a la terminal de autobuses, o al menos eso es lo que alcancé a notar entre mi estado onírico. Estacionó el chofer y de pronto escuché en el altavoz -elemento extraño de la historia, pues los altavoces de las terminales de autobuses son inintelegibles por sistema- el nombre de Ricardo Reyes. Luego pude ver cómo un tipo narizon y con panza acostumbrada a mirar para el suelo, calvo y con una guayabera y alpargatas, con dificultad, se incorporó de su sitio en el autobús en el que también venía yo. Yo no lo podía creer y me tallé los ojos. También el señor bonachón había distinguido lo que la voz había dicho. Le llamaban a él por lo que pude notar. Iba a atender a quien le llamaba desde el altavoz. Todavía incrédulo yo, cuando bajé del autobús pude ver que alguien le mostraba unos boletos y una lista y hacía ademanes al señor. Pude escuchar -como en aquella ocasión en la que invitamos a David Huerta a Guanajuato y de esa manera le habían patrocinado los pasajes- que los del ETN le nombraban a aquel señor "El poeta". aterrado o sorprendido, pero seguro de que veía a quien veía, en una actitud medio idiota me dije a mí mismo, joder, estos weyes ni siquiera saben que Ricardo Reyes es Neruda.

0 Escrúpulos y jaculatorias.:

 
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