L se ha apoltronado en el cafetín donde parece estar en una pecera. El ventanal es inmenso, la musiquita es amable y el café de olla resulta una caricia. El insmnio no vino sino hasta las cinco y media. Una hora y media de ventaja de los días anteriores, casi una noche para otras noches en las que no ha podido conciliar el sueño. Despertó y no se abatió esta ocasión. Sonrío socarronamente recordando lo que había charlado con la cantante de jazz una tarde anterior. Ella no estuvo nunca, le había corroborado. No estuvo nunca, lo dijo varias ocasiones. L lo pensó y comenzó también a recular en algunos pasajes en los que tácitamente se veía esto que la cantante de jazz afirmaba casi caprichudamente. Acarreó el libro que tiene para leer en casos de insomnio. Lo lee velozmente debido a las últimas peripecias. Comprueba dos cosas. Que no todo lo que se dice es cierto y que en México la literatura joven tiene frases perronas, pero le sobra dispersión y adolesce de algo de profundidad; que es re-epigonal a veces y que en otras ocasiones de poco y corto aliento. Reconoce que uno de los relatos que ha leído de este texto ha sido intenso, feroz, rápido y contundente, pero también, encuentra en otros de los relatos una disparidad con éste. Sabe que los libros de relatos son así. Pero también ha encontrado libros de relatos que no, que sí dan todo en un solo libro. Lee "Habla de lo que sabes" en sus noches de insomnio. Lee con voracidad, con enfermiza concentración para no pensar sino en el relato. En ocasiones lo logra.
Ha corrido ferozmente dos horas. Se ha hecho de dos ampollas, una en cada talón. Las ampollas comenzaron la noche anterior, en la cancha del nazareno cósmico. Ayer, esa noche, ha dado un lindo partido. El equipo se ha metido en una racha ganadora y L presume tres goles de anoche. Perdone el lector, el fútbol es lo único que ayuda a L a conciliar una perspectiva no catastrófica.
Ahora sólo escucha las charlas de las otras mesas. Nota cómo el uno escucha amablemente pero sin interés a la otra. Se pregunta cuándo ella se dará cuenta de que o debe ser más interesante en su plática o conseguirse a uno que no muestre tanto en su lenguaje corporal. En la otra mesa un señor de voz rasposa charla por teléfono. Buscan a alguien. Todo está difícil al parecer. En el cielo del lugar, un jazz en el que se nota mucho el piano. En la mesa de L, una jarra pequeña sin café, una taza casi a la mitad con algo del café de olla de hace una hora, una pluma, un lápiz, dos libros, unas hojas de máquina y los suspiros como de pez mientras la gente pasa.
El sol se asoma entre las calles rectas de esta ciudad. Hacía días que no sucedía. Los días pardos totalmente acarreaban sólo unas gotas de lluvia casi constante. La gente caminaba bajo sus paraguas. Hoy no, hoy la gente vivaz oscila apurada, hoy parece que el ritmo de miércoles es un algo más convencido, hoy parece que es quincena.

0 Escrúpulos y jaculatorias.:

 
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