Como los pájaros

Me leyó la mano. Se dedicó a afirmar que intelectualizaba todo, sonreía como si ella supiera lo que decía, como si yo entendiera eso. Aventuró algo más. En resumen, mis relaciones se convertían en una especie de pin-pong verbal y que no cerraba ciclos. También, con aire sardónico, con gesto inquisitorial, me fichó: -te la pasas huyendo-. Quizá tenía razón. Disimulé persiguiendo las cucharadas a un plato con crema de brócoli. Sorbía y soplaba, tragaba un poco de bolillo, le miraba los labios y pensaba en su actitud de mujer que buscaba sorprenderme. Quizá alguna cosa de las que decía daba la impresión de ser cierta. Pero se debe a que todos nos vamos en algún momento y la manera de largarse es así, como los pájaros, sin despedida. Si no sucede así no nos vamos. Nadie se va. Pero no se trata de dejar el trabajo hecho, se trata de abandonarlo todo. De incendiar y, como pirómano, negar que se es el culpable.

2 Escrúpulos y jaculatorias.:

Alma V dijo...

No puede dejar a su lectora con tal comienzo, así nomás. Me quejaré, ¡sí señor!
Saludos, profesor.

LSz. dijo...

Eso, un comienzo. Las líneas de la mano siempre dicen cosas. Un abrazo, Alma.

 
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