Reminiscencias II

Hace unas horas estaba soñando con usted. Hace unas horas me descubrió usted, en mi sueño, con el gesto más risueño y gozoso del que sospecho sería capaz. Yo, contrario a lo real, tomaba entre mis manos su rostro, tan tiernamente como me es imposible creerlo -sólo en sueños suceden estas cosas- y la besaba poco a poco. Pasaba mis labios entre los vértices de mis dedos que, abiertos, dejaban emerger su cándida piel; entonces yo besaba lánguidamente sus mejillas. Me acercaba. La noche era brillante y usted tenía puesto un abrigo de botones grandes. Usted sonreía y cerraba los ojos como para sentir la noche de humor húmedo pero frío. Yo vestía un sueter gris que buscaré en alguna tienda después de esto. Poco a poco, me aproximaba hasta encontrar sus labios pequeños, a tientas, tímidamente, pero con una decisión desconocida para mí. Nunca dejé de tomarle el rostro con mis manos. Sentía su cabello y yo me estremecía. Sentía su piel y aspiraba su aroma como para no perderlo nunca. Pude ver, como si me alejara de la escena, que le besaba en medio de la noche, en medio de una gran avenida del DF o de León, qué sé yo, en medio de mi vida y supe que era el sueño con el que quería soñar.

9 Escrúpulos y jaculatorias.:

marichuy dijo...

Hola

Debe ser lindo tener sueños así; más todavía, provocar sueños así.

Gracias por tu visita a mi blog

Un saludo
Marichuy

José Antonio dijo...

Hola Luis,

Buen fragmento, me atrapó en desde las oraciones iniciales, buen manejo de los recursos.

Anónimo dijo...

Pero por qué usas el usted, ¿no es mejor un tú? Tendrías que permitirnos los otros fragmentos para saber, a mí ese halo de respeto me da mala espina, jaja.
Un saludote,
Deyanira.

carmen jiménez dijo...

Sin duda un fragmento de ensueño. Un fragmento visual y oloroso. ¡Cómo no voy a admirar la literatura joven mexicana!
Chapó.

Unknown dijo...

Ah! mi querido amigo, es usted aquel que sobrecogedoramente sueña y por tanto le envidio.

Rasga mi hastío con esa estremecedora dulzura.

Honestamente le envidio por soñarlo; muy por el contrario no he de negar que confieso haber vivido instantes semejantes en parajes de una ciudad. El frío congelando las mejillas, la húmedad cariñosa y desconocida, el rubor y el trémulo escalosfrío de un beso. La noche estrellada. Tal vez un "puedo escribir los versos mas hermosos sobre tu cuerpo esta noche, escribir por ejemplo la noche esta estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos" y saber que mañana u hoy serán versos tristes...

Y todo ello estaba en el ayer, como postal empolvada bajo el hato de libros y papeles de escritorio, hasta que usted me ha hecho saber que hay parte de su sueño así que ya he vivido...Sin embargo, le envidio.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Compre el sueter gris. Combien. Sonría. Un abrazo desde amarillas calles, aunque no con la intesidad de la Ciudad de los Palacios.

LSz. dijo...

Es lindo sí, gracias por pasar Marychuy.

José Antonio, agradezco el comentario.

Ay Deya, siempre estoy bajo sospecha. Y no te quivocas,es posible que sea bueno que te dé mala espina.

Un fragmento que es totalidad ¿no? Saludos, Media Luna.

¿Envidia acaso a los melancólicos DKoriander? ¿NO será que estamos ante una melancólica renegada?

Anónimo, no he encontrado el suéter gris, se ha escondido como el sueño mismo. Saludos desde acá.

Anónimo dijo...

Hola!

Aqui te escribe una mujer de labios pequeños. Cada vez me sorprendes más LF espero verte pronto.

Un abrazo de sonrisa pequeña!

LSz. dijo...

Pues pronto, sonrisa pequeña. Salut!

 
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