ensimismamientos.

Ya hace meses que no me siento con la energía para escribir aquí. Acaso he colgado textos pasados, citas cifradas entre mi lectura y mi estado de ánimo. Pero no, no encuentro la energía para escribir. No atino a recordar qué me hacía caer aquí y contar y decir y enumerar. Tampoco me descubro muy prolífico, sólo, digamos, creo recordar que me daba la gana, que tenía fuerza para aparecer, que tenía las ganas para hacerlo. Ahora no. Y me sorprendo en el colectivo pensándome un post dedicado a un chofer amable, que podría asegurar no es poblano; y memorizo notas mentales sobre un taxista preocupadísimo por la manera de hablar de la gente; una inquietud que repartió a los que íbamos en aquel taxi cuando íbamos a algún leonero, bar o similares. Puedo ver las páginas de la libreta de materias: allí, incluidas entre las notas y los resúmenes de literatura mexicana o las listas de supermercado, cartas que quizá nunca enviaré, nostalgias encerradas en la fecha en que vienen, las anotaciones sobre qué escribir. No, no atino, no tengo fuerza. Tampoco me sobra el tiempo. Aunque a medio gas, dedico tiempo a las cosas que me tienen acá en esta ciudad que ha resultado, para bien, una decisión de estancia; no sé si diré lo contrario luego, pero por ahora me ha sentado. Y no, no alcanzo a sentarme horas como antes, no llego ilusionado con la redacción de alguna aventura: ni me interesa contar que he vuelto a jugar fútbol después de meses de no poder hacerlo, ni cuento tampoco que leo tal obra de De Prada o los ensayos de Geney Beltrán o a los modernistas prologados por Pacheco; no recuerdo nada cuando estoy frente a la pantalla, no conservo eso que podría decir sobre mis peripecias diarias, diurnas y nocturnas. No he dejado nota aquí de las cemitas o de las agruras provocadas por comer en cocinas económicas. No cuento, por ejemplo, que conocí en sendas borracheras a mil poetas Brasileños, chilenos, poblanos o sinaloenses. No he dicho nada sobre lo que sucede en el salón de clase -no confieso que memorizo sonetos de Garcilasso para declamarlos o que riño por nada en sesiones sobre feminismo en la literatura-, o no he comentado nada tampoco sobre lo que en la mismísima calle sucede de vez en cuando, en donde he ido conociendo a gente interesantísima.
No. No me alcanza la energía. Diría Mario Bojórquez, hace unas noches: esto se acaba. Lo comienzo a creer. No es que no quiera escribir, sólo no puedo. No es sin embargo, aquella aridez de otros años. No. Aquéllo que motivaba la desazón estéril tenía tintes de hartazgo y de resquemor. Tenía tintes de miedo a la desnudez y un recubrimiento frente a algún posible lector. No. Sólo es la sensación de no poder respirar profundo para llegar al final de la carrera. Imagino que escribo pero no puedo. Sueño que escribo, como cuando sueño que juego de nuevo en alguna cancha, pero lo último lo he logrado mientras que el asunto de dejar anécdotas o reflexiones, de escribir no.
Y han pasado cosas.
Estuve en Guanajuato, hace ya más de un mes, la vez última aquella no me gustó estar, no pude. Pero estuve allá para conocer y hacerla medianamente de anfitrión de Vivian Abenshushan a quien le intrigaba terriblemente cómo había conseguido encontrarla e invitarla a dar su taller de expresión creativa allá en Cuévano. Alejandra se puso las pilas y sacó adelante el coloquio aquel del que pueden hablar mejor los que están allá. Yo sólo puedo afirmarme como un necio incómodo y enrarecidamente nostálgico de (lejos de)allí.
Y han sucedido cosas.
He estado en discusiones risueñas que le dejan a uno con avidez. Y he habitado entre grandes camaradas que poco a poco se muestran como leales y entrañables. Y he reído mucho. Y he olvidado por un tiempo el asunto de la insatisfacción. Sé que todo está perdido, lo sé, pero saberlo no atenua una esperanza extraña que me mueve a levantarme por las mañanas, más o menos tarde, y dirigir mis pasos al mercado para comprarme un juego de naranja.
Y han sucedido cosas.

14 Escrúpulos y jaculatorias.:

José Antonio dijo...

Sí, a veces no hay energía para tanto. Suceden cosas que nos minan y no dejan llegar. Es como la duda, o crisis, de las carreras de fondo en donde no estás seguro del Porqué estás ahí o quizá lo sabes pero no tienes la certeza de poder dar los últimos kilómetros.

Sí, a veces suceden cosas que lo cambian todo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Qué gusto me ha dado leer estas líneas. Así que sólo diré: disfrute todo cuanto le ofrece aquel sitio en el que está. Disfrute las flores en el pavimento y disfrute el camino hacia el mercado. Espero que en algún momento encuentre aquello que le invita a escribir, que lo impulsa a continuar. Un abrazo y buena,buena vibra para los tiempos poblanos.

Anónimo dijo...

Mi querido L,

Un gusto leerte, como siempre.
Un regalo para esta modesta lectora y seguidora fiel, por lo que me deja tu lectura: entre otras cosas, tarea (casi siempre tarea, como cuando era tu radioescucha, je)

Con tu permiso, me incitaste a comentar.

Saludo y abrazo

AR

LSz. dijo...

No hay certeza sino de la muerte, mi querido José Antonio, todo lo demás es algo más que un volado,incertidumbre

Todo sucede.

LSz. dijo...

Yo también espero, yo también.

Un abrazo grande para usted anónimo.

LSz. dijo...

es un privilegio incitar, provocar, contigo AR.

Un abrazo. Y a hacer tarea.

Anónimo dijo...

será por que se terminaron los silencios?? :O











Cuál es la siguiente etapa??




buena suerte
un abrazo en silencio.


Salma*

JAVIER DURAN dijo...

la etapa siguiente, señor cronista, es aquella que nos ocupa silenciosamente en el arte de hacer revistas, que sé yo... un abrazo

LSz. dijo...

Javier,

Mientras comía enchiladas suizas en un restaurante vegetariano recordé nuestro concepto de sección de restaurantes, bares y aledaños: así es, la etapa de hacer revistas, ni más ni menos, qué sé yo.

LSz. dijo...

Abrazo en silencio Salma.

Lucía dijo...

De repente se contagia, será por la patología...

Hasta un post como éste se deja arrastrar por la sinrazón de un silencio.

Abrazo callado.

Horacio Páramo dijo...

Qué tal.

Quizá algo le falta, como salir un poco de la rutina, no sé... quizá conocer a una mujer, no sólo sobre su nombre o edad, sino del tacto, aquel tacto que nos hace mover tanto la mano para escribir, y que si se habla de un paisaje es el del cuerpo.

Aunque me imagino que ya quiere mudar sus letras a un libro, o una revista, ese es otro modo de salir de la rutina. Estamos de acuerdo que la rutina no es mala, pero salir de ella un poco, tampoco es malo.

Un abrazo y un saludo.

LSz. dijo...

¿Se deja arrastrar?

Abrazo.

LSz. dijo...

Je, Salir de la rutina eh, bien, Habrá que tomarlo en cuenta mi querido Horacio.

 
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